Danza macabra es un escalofriante poema perteneciente al libro Las flores del mal del poeta francés Charles Baudelaire.
Representa al baile de la Muerte, que envuelta en ropajes siniestros oculta su rostro de calavera y sonríe con sorna, esperando pacientemente nuestro infortunio; pues toda vida acabará irremediablemente en muerte.
Magnífico poema del maestro Baudelaire, un poeta maldito.
LAS FLORES DEL MAL
A Ernest Christophe
Altiva, hermosa, ufana de su noble estatura,
con su gran ramillete, su pañuelo y sus guantes,
tiene la negligencia y la desenvoltura
de una esbelta coqueta de aires extravagantes.
¿Se vio nunca en el baile cuerpo más entallado?
Su falda, exagerada en vuelo y esplendor,
cae abundantemente sobre su pie calzado
por un chapín con borla, lindo como una flor.
El pliegue que en el borde juega de sus clavículas,
como un lascivo arroyo en la roca al frotar,
defiende pudoroso de caídas ridículas
los fúnebres encantos que trata de ocultar.
De vacío y tiniebla está hecha su pupila,
y su cráneo adornado de flores bellamente,
sobre sus hombros frágiles rítmicamente oscila.
¡Oh encanto de la nada danzando locamente!
Algunos te dirán tal vez caricatura,
pues, ávidos de carne, jamás han comprendido
la elegancia sin nombre de la humana armadura...
¡Tú colmas, esqueleto, mi gusto preferido!
¿Vienes quizá a turbar con tu danza crujiente
la fiesta de la vida? ¿O un deseo de ayer,
espoleando aún tu osamenta viviente,
te empuja al aquelarre del vicio y el placer?
¿Con cantos de violines y llamas de bujías
esperas espantar ese sueño burlón,
o en el torrente quieres de todas las orgías
refrescar el infierno que arde en tu corazón?
¡Inagotable pozo de error y falsía!
¡Oh tu, alambique eterno del eterno dolor!
Por entre el costillar yo veo todavía,
como tras una reja, el áspid del amor.
Pero, a decir verdad, espantosa coqueta,
no veo que tu esfuerzo encuentre el galardón.
¿Quien entre estos mortales comprende tu pirueta?
¡El horror solo encanta a un fuerte corazón!
Tus ojos, sima horrible como tu pensamiento,
dan vértigo; y aquellos bailarines prudentes
no han de mirar sin nausea, sin estremecimiento,
la perenne sonrisa de tus treinta y dos dientes.
Y, sin embargo, ¿quien no abrazó a un esqueleto,
y quién de sepulcrales cosas no se ha nutrido?
¿Que importan el vestido, el perfume secreto?
Repugnas solo a quien más que tú se ha creído.
Amante irresistible, ninfa desnarigada,
dile tú a esos que danzan y que te son esquivos:
"Guapos galanes, pese al polvo y la pomada,
todos oléis a muerto, ¡oh cadáveres vivos!
Antínoos pasados, dandis que mucho admiro,
barnizados difuntos, Lovelaces sin pelo,
esta danza macabra os arrastra en su giro
a lugares lejanos y os levanta del suelo.
Hasta el borde del Ganges, desde orilla del Sena,
va el rebaño mortal de su danza, sin ver
que el ángel misterioso, cuya trompeta suena
para el juicio supremo, pudiera aparecer.
¡Bajo todos los soles, la muerte su mirada
fija en tus contorsiones, risible Humanidad,
y, como tú, también de mirra perfumada,
va a mezclar su ironía con tu imbecilidad!
Danza macabra (Poema XCVII de Las Flores del Mal)
Charles Baudelaire
Charles Baudelaire
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