miércoles, 25 de septiembre de 2019

Arthur Rimbaud: BAILE DE LOS AHORCADOS


Baile de los ahorcados es un escalofriante poema perteneciente al libro Poesía completa del poeta francés Arthur Rimbaud.

Representa un macabro escenario, donde los condenados bailan en la horca antes de sucumbir en las sombras.

Magnífico poema del maestro Rimbaud, un poeta maldito.




BAILE DE LOS AHORCADOS

En el negro patíbulo, manco amable,
bailan, bailan los paladines,
los flancos paladines del diablo,
los esqueletos de los Saladinos.

Monseñor Belcebú tira de la corbata
de sus pequeños títeres negros gesticulando sobre el cielo,
y, dándoles en la frente un revés de chancla,
les hace bailar, ¡bailar al son de una vieja Navidad!

Y los títeres chocando, enlazan sus endebles brazos
como órganos negros, sus pechos a la luz
que en otro tiempo estrecharon ricas señoritas,
se hieren continuamente en un horrible amor.

¡Hurra! ¡alegres bailarines, que ya no tenéis panza!
¡Podéis cabriolar, los tablado son tan grandes!
¡Arriba! ¡que no se sepa si es baile o batalla!
¡Belcebú rasca sus violines con rabia!

¡Oh duros talones, no se gasta la sandalia!
Casi todos se han quitado la camisa de piel;
lo demás es poco molesto y se ve sin escándalo,
sobre los cráneos, la nieve aplica un sombrero blanco:

El cuervo hace penacho en esas cabezas chifladas,
un trozo de carne tiembla en su magro mentón:
se dirían, girando en las sombras mezcladas,
guerreros, tiesos, golpeando armaduras de cartón.

¡Hurra! ¡el cielo silba en el gran baile de los esqueletos!
¡El patíbulo negro muge como un órgano de hierro!
Los lobos van respondiendo desde bosques violetas
en el horizonte, el cielo está de un rojo infierno…

¡Eh! sacudidme esos capitanes fúnebres
que desgranan, con disimulo, con sus gordos
huesos rotos un rosario de amor sobre su pálidas vértebras:
¡esto no es un monasterio, señores difuntos!

¡Oh! he aquí en medio de la danza macabra
salta al cielo rojo un gran esqueleto rojo
desbocado por el impulso, como un caballo que se encabrita:
y, sintiendo todavía la tensa cuerda en el cuello,

crispa sus pequeños dedos sobre su fémur que cruje
con chirridos parecidos a risitas,
y, como un bufón que entre en la barraca,
rebota en el baile al compás de los huesos.

En el negro patíbulo, manco amable,
bailan, bailan los paladines,
los flancos paladines del diablo,
los esqueletos de los Saladinos.


Baile de los ahorcados
Arthur Rimbaud

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