Este microrrelato lo escribí hace tiempo para un concurso:
LA FORTALEZA
Cuenta la leyenda que, en este extraño lugar, se alzaba —imponente y majestuoso— hacia el cielo infinito un enorme castillo templario. Una fortaleza de piedra negra, de alta muralla y torretas majestuosas donde ondeaban los estandartes de la cruz roja sobre el blanco fondo. Un reducto sitiado de bosques interminables y campos sombríos, lejano de todo poblado o burgo.
En aquellos tiempos remotos, ciertamente mágicos y míticos, surgieron guerras cruentas entre los honorables caballeros de la citada orden religioso-militar y los temibles siervos del Islam, la nueva religión procedente de allende el mar. Y tan crueles debieron ser las batallas, que aun hoy se cuenta que, en muchos fríos crepúsculos de invierno, bajo la tenue luz de la luna, figuras fantasmagóricas luchan con vigor y violencia, ante el espanto de quien osa visitar entre sombras sus derruidos muros negros.
©Miguel Costa, 2018
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