lunes, 4 de mayo de 2015

Gustavo Adolfo Bécquer: RIMA LXXVI




RIMA LXXVI

En la imponente nave 
del templo bizantino, 
vi la gótica tumba a la indecisa 
luz que temblaba en los pintados vidrios. 

Las manos sobre el pecho, 
y en las manos un libro, 
una mujer hermosa reposaba 
sobre la urna, del cincel prodigio. 

Del cuerpo abandonado, 
al dulce peso hundido, 
cual si de blanda pluma y raso fuera 
se plegaba su lecho de granito. 

De la sonrisa última 
el resplandor divino 
guardaba el rostro, como el cielo guarda 
del sol que muere el rayo fugitivo. 

Del cabezal de piedra 
sentados en el filo, 
don ángeles, el dedo sobre el labio, 
imponían silencio en el recinto. 

No parecía muerta; 
de los arcos macizos 
parecía dormir en la penumbra, 
y que en sueños veía el paraíso. 

Me acerqué de la nave 
al ángulo sombrío 
con el callado paso que llegamos 
junto a la cuna donde duerme un niño. 

La contemplé un momento, 
y aquel resplandor tibio, 
aquel lecho de piedra que ofrecía 
próximo al muro otro lugar vacío, 

en el alma avivaron 
la sed de lo infinito, 
el ansia de esa vida de la muerte 
para la que un instante son los siglos ... 



Cansado del combate 
en que luchando vivo, 
alguna vez me acuerdo con envidia 
de aquel rincón oscuro y escondido. 

De aquella muda y pálida 
mujer me acuerdo y digo: 
¡Oh, qué amor tan callado, el de la muerte! 
¡Qué sueño el del sepulcro, tan tranquilo!

Gustavo Adolfo Bécquer

Fuente: Poemas del Alma


No hay comentarios:

Publicar un comentario

 

Mi lista de blogs