Se aproximó Tenhear, un monje guerrero veterano.
—Mi comandante, ¿suelto a los halcones? —preguntó el hombre—. Tendrán hambre.
Moïn asintió con la cabeza.
Tenhear se acercó a las jaulas y fue soltando uno a uno los diez halcones que llevaban. Los animales emitieron graznidos sonoros parecidos a un «quí-quí-quí».
Poseían la belleza propia de todas las rapaces, con figuras firmes, dorsos grises, cuerpos blancos rayados y cabezas negras. Alzaron el vuelo y en pocos segundos se perdieron de vista.
—Mi comandante, ¿suelto a los halcones? —preguntó el hombre—. Tendrán hambre.
Moïn asintió con la cabeza.
Tenhear se acercó a las jaulas y fue soltando uno a uno los diez halcones que llevaban. Los animales emitieron graznidos sonoros parecidos a un «quí-quí-quí».
Poseían la belleza propia de todas las rapaces, con figuras firmes, dorsos grises, cuerpos blancos rayados y cabezas negras. Alzaron el vuelo y en pocos segundos se perdieron de vista.
Capítulo 9 de la Primera Parte (Invasión)
Valesïa
Copyright©, COSTA TOVAR Miguel Ángel, 2013
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