Descendieron hasta una gran explanada que había en la ladera de una de los cientos de montañas que integraban los Montes de la Niebla, situada en la zona media entre la fría cumbre y el bajo pie.
Al llegar al suelo, el aleteo de la dragona provocó una lluvia de arena y polvo, y Moïn tuvo que taparse la cara con las manos. Cuando paró las alas, el monje guerrero desabrochó los correajes de la silla, se tiró al suelo y cogió su alforja.
—Gracias por el viaje —dijo a Edhira.
«Espero que tengáis suerte».
—Gracias —repitió.
«Dísion os guiará hasta los securis».
Moïn volvió a acariciar el cuello de la dragona.
—Adiós —dijo, y miró atrás.
Todos sus compañeros lo esperaban.
«Hasta pronto», se despidió Edhira y empezó a dar fuertes aleteos.
Moïn corrió y, cuando llegó al grupo, los dragones ya surcaban el cielo.
—Vamos —dijo Dísion—. A un día de viaje llegaremos a Secüis, la primera ciudad securi.
Capítulo 19 de la Primera Parte (Invasión)
Valesïa
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