Es la hora de la penumbra crepuscular.
En otoño, casi siempre, cuando el viento estelar se precipita por las calles altas de la colina, que, aunque desiertas, revelan luces tempranas en cómodas habitaciones.
Las hojas secas bailan con extraños giros fantásticos, y el humo de las chimeneas se arremolina con gracia etérea siguiendo las geometrías del espacio exterior,
Mientras Fomalhaut se asoma por las nieblas del Sur.
Ésta es la hora en que los poetas lunáticos saben qué hongos brotan en Yugoth, y qué perfumes
Y matices florales, desconocidos en nuestros pobres jardines terrenales, llenan los continentes de Nithon.
¡Pero por cada sueño que nos traen estos vientos nos arrebatan una docena de los nuestros!
Howard Phillips Lovecrf
Gracias por compartir este fantástico poema del Genio Inmortal de Nueva Inglaterra. Por cierto, la ilustración me ha encantado. En ella veo elementos de diversos relatos que estoy leyendo en este mismo momento, como el genial "Las ratas de la pared".
ResponderEliminarUn abrazo, amigo Miguel.
Igualmente, gracias por el comentario.
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