Mediante la magia, la enâi hizo aparecer una magnífica espada de doble filo negro y se la entregó.
«Con esta espada reinarás esta tierra, mi señor», le dijo con malicia.
Ariûm asió la espada y notó un inmenso poder en ella. Tenía vida propia, estaba llena de odio, y lo impulsaba con maldad al combate.
«Vendrás conmigo al Castillo Tiniebla de Morium y tus ejércitos invadirán Enesïa cuando estén preparados», continuó diciendo el ángel del infierno.
Prólogo
Valesïa
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