Los tarkos, con sus feos rostros de rasgos porcinos y ojos amarillos, eran guerreros fuertes, pero menos sagaces en la liza que los auris; propensos a la deserción y sin tener sentido del honor. No obstante, el desertor capturado pagaba la traición con su vida y su cuerpo servía de alimento para sus mismos congéneres.
Prólogo
Valesïa
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